Live Aid: La media hora que marco al mundo del rock & roll
Queen formó parte de uno de los momentos más emblemáticos
del Live Aid y, lo que es más importante, subió al escenario el 13 de julio de
1985 en el estadio londinense de Wembley, sin mucha expectación. Tras
una serie de discos de gran diversidad estilística, que comenzó con 'A
Night at the Opera', de 1975, que definió su carrera, Queen había perdido
impulso a principios de los 80.
Su actuación se intercaló con la de artistas más grandes y
contemporáneos. U2 acababa de impartir un curso de dos
canciones sobre cómo dirigir al público, culminado con una majestuosa versión
de 12 minutos de "Bad". Después de Queen, estaban
programados David Bowie, The Who (en su primera
actuación en tres años) y Elton John.
Ese mismo día, el cartel del Live Aid incluía a Dire
Straits (en pleno éxito de "Money for Nothing"), Paul
McCartney, Sting y Phil Collins.
Entonces ocurrió algo, algo a lo que el cantante Freddie
Mercury debe dar mucho crédito al guitarrista Brian May: Queen -
completado por John Deacon y Roger Taylor -
experimentó un impresionante renacimiento, remarcando su legado en un estallido
de 20 minutos de pasión y furia ante un público londinense completamente
entregado a la actuación.
"Eso se debió enteramente a Freddie",
se maravilló May años después. "Los demás tocábamos bien, pero
Freddie estaba ahí y lo llevó a otro nivel".
La inolvidable actuación de aquella tarde de julio abarcó la
totalidad del catálogo de la banda, abarrotando todo un concierto de lo más
destacado, viejo y nuevo, en un conjunto abreviado que incluyó "Bohemian
Rhapsody", "Radio Ga Ga", "Hammer to Fall" (el single
de Queen en ese momento), "Crazy Little Thing Called Love" y el final
de "We Will Rock You" y "We Are the Champions". "Fue",
señaló May, "el mejor día de nuestras vidas".
Mercury estaba en todas partes: al piano para el comienzo de
"Bohemian Rhapsody", desfilando con su soporte de micrófono cortado
durante "Radio Ga Ga" mientras el público de Wembley aplaudía al
unísono, cantando con toda su emoción, convirtiéndose en el dueño de ese
momento e hipnotizando al público. Fue un giro virtuoso que también
sorprendió. Donde otros podían no haber destacado o ni siquiera estar a la
altura del momento, Queen supo plantarse y demostrar todo lo que valían.
Todos los demás artistas también lo sabían. "Bastardos",
gritó John entre bastidores. "¡Habéis robado el
espectáculo!" Queen intentó aprovechar ese impulso y organizó
una gira de regreso a los estadios en 1986. Las ventas fueron rápidas, pero
sería su último viaje por el mundo con Mercury, que empezó a perder la batalla
contra el SIDA en esa época.
A lo largo del camino, la actuación de Queen en el Live Aid
no ha hecho más que crecer en importancia. "Todas las bandas
deberían estudiar a Queen en el Live Aid", afirmó más tarde Dave
Grohl. "Si realmente sientes que esa barrera ha desaparecido,
te conviertes en Freddie Mercury. Le considero el mejor frontman de todos los
tiempos".
“Es solo cuando miras atrás que te das cuenta de cuán
grande, importante e icónico fue todo. En aquel momento estábamos muy
compenetrados y listos para tocar. ¿Qué podemos hacer en 20 minutos? Pues bien,
Queen eramos famosos por nuestros interludios, así que era obvio que haríamos
uno grande. Dijimos: '¿Cuáles son nuestro grandes hits? ¿Qué es lo que le va a
gustar a la gente? Les van a encantar “Bohemian Rhapsody” y “Radio Gaga” porque
son las grandes canciones del tour'. Una vez nos sentamos ahí y decidimos cómo
iba a ir todo, el resto de las cosas marcharon por sí mismas. Odio
decepcionar a todo el mundo, pero no hubo ningún tipo de plan maestro, fue sólo
sentido común” declaró el teclista de Queen, Spike
Edney.

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